Pocos platillos son tan conocidos en el mundo hispano como lo es el chicharrón, ya que este tipico de tipicos es reconocido, elaborado y solicitado en todos los países de habla hispana. Desde la llegada de los españoles y su introducción de este platillo a América continental, este se popularizó y difundió también gracias a la introducción del cerdo iberico. Ya que este animal doméstico se adaptó con facilidad a los climas americanos y esto facilitaba su crianza.
En México en particular el chicharrón es muy cotizado y se acompaña casi con todo y se come con todo tipo de salsas. A través de los 32 estados de México (y el Distrito Federal) encontrarás deliciosas recetas locales con chicharrón, ya sea normal o prensado. También existe el chicharrón puramente de carne y el que lleva más fritura de piel de cerdo. Ambas versiones son del gusto popular en gorditas, burritos, quesadillas y tacos. Aunque también se puede disfrutar de comer chicharrones crujientes por sí solos o con unas tortillas recién hechas.
Cuando se habla de la riqueza de un platillo debe de hablarse de todas sus dimensiones, de su presentación, de su olor, de su textura… El chicharrón, a pesar de su sencillez, reúne todos los elementos necesarios para convertirlo en un manjar de los Dioses. Su presentación dorada es muy apetecible, aunque lo que en realidad “te jala” es ese delicioso olor inconfundible cuando se están cocinando los chicharrones en un cazo. ¡Y qué decir de la textura!, en sí lo más característico de unos buenos chicharrones es que estén bien crujientes.
El chicharrón prensado es una versión muy particular de México que puedes comprar en la tienda o carnicería de la esquina. En un principio, esta versión se ingenio con la finalidad de conservar más chicharron en menos espacio y con menos grasa. A través de la república mexicana este tipo de chicharrón se utiliza más que nada en los tacos de canasta y gorditas rellenas, dependiendo de la zona. Lo que distingue a un tipo de chicharrón del otro es que el chicharrón prensado es más salado y no es para nada crujiente.
Así pues, aunque hay versiones históricas de que este tipo de fritura de cerdo se originó en América y posiblemente en República Dominicana, lo cierto es que es de origen 100% español. Desde la época prehispánica en Andalucía, España ya se disfrutaban los ricos chicharrones que también se conocen por el mismo nombre. En otras partes de la vieja España se les conoce como torreznos pero son exactamente lo mismo, frituras de carne y piel de cerdo elaboradas en un cazo hasta su punto crujiente, color dorado y sabor delicioso.