Si creciste en México o si ya llevas tiempo viviendo aquí, entonces seguro te ha tocado probar las famosas nieves mexicanas, estos dulces manjares que nos refrescan en las calurosas tardes de verano y que más de uno le pedimos a nuestros padres cuando nos iban a recoger a la primaria.
Las nieves son parte de nuestra historia, nos han acompañado en momentos increíbles y nos han confortado en aquellos que nos gustaría olvidar. Por eso, el día de hoy, le rendimos tributo a este querido postrecito y te compartimos todo lo que sabemos sobre ellas.
Antes de comenzar, responderemos la pregunta del millón de pesos: las nieves y los helados, ¿son lo mismo? La realidad es que no.
Aunque en muchas instancias las usamos de manera intercambiable, las nieves y los helados tienen bases distintas: mientras que los segundos están hechos principalmente de lácteos, como leche o cremas derivadas, las primeras están hechas principalmente de agua. Y si bien las nieves pueden contener un poco de leche, este no es su ingrediente principal.
A lo largo de la historia hay múltiples registros del antecedente del helado. Hay menciones en la Biblia y en textos sagrados, así como leyendas de que los nómadas cargaban nata durante sus travesías y la comían congelada, debido a las bajas temperaturas. También, algunos investigadores señalan que en la antigua Tenochtitlán ya se comían postres fríos, como frutas.
En México, el primer nevero fue Leonardo Leaños, en 1602. Martín González de la Vara, autor del libro “La historia del helado en México”, cuenta que él ofrecía una mezcla cremosa de leche, huevo y miel.
A pesar de que existen registros de neveros de antaño, no fue sino hasta después de la guerra de independencia que la nieve cobró fuerza en el territorio nacional. Fue entonces que los famosos neveros, con un cántico, recorrían las calles y ofrecían este delicioso postre a la gente que paseaba por la calle.
La primera fábrica de hielo se inauguró apenas en el 85, por lo que en los años 90, antes de eso, la recolección de nieve se daba en el Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Se dice que los pobladores cargaban sus costales de hielo, le agregaban sal y lo transportaban de pueblo en pueblo.
Hoy en día, la nieve está presente en todos los parques, acompañándonos en las épocas más cálidas y los mejores momentos.